vendredi, décembre 30, 2005


“Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán jamás amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás; tal es el comienzo de la escritura.”
Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso
Fotografia: Lumière, Carlos Arriagada

jeudi, décembre 22, 2005

2005 casi 2006



Me he encontrado con que el final de este 2005 es un tema recurrente en conversaciones, publicidad, consumismo e incluso en el inconsciente (¿colectivo?). Estoy completamente de acuerdo que todos los días se deben comenzar con energía y mucha mucha pasión, pero también sé que la mayoría de las veces lo pasamos por alto y algunas otras en verdad se nos olvida dicho principio básico de sobrevivencia; es por eso que el "Año nuevo, vida nueva" toma tanta fuerza en todo lo que nos rodea. Es una oportunidad (recordada con insistencia como mencioné antes) de re-comenzar. ¡Qué oferta más tentadora!

Pero hay que recordar que los primeros de enero no son días mágicos que se comen todos los problemas del año precedente. La fecha no tiene nada que ver. Es la actitud y esa recarga de baterías (que podemos provocar todos los días, no hay que olvidarlo) lo que hace que veamos la vida como una caja de bombones nuevecita (¿o eran chocolates?).

Tal vez lo que en realidad importa es que cada uno de nosotros tengamos esos finales e inicios, no importa si se dan un 17 de junio o un 5 de enero, ya que gracias a nuestra maravillosa capacidad de abrir y cerrar ciclos es como nos mantenemos vivos, irrepetibles y con toda razón impredecibles.

Como sea, disfruten mucho las fiestas jaja

Para comenzar y cerrar bien el año...


Los creadores son andantes sempíternos.

El andante recorre senderos, siempre en búsqueda constante e insatisfecha, sin ocultar flaquezas. Carga sus obsesiones y fantasmas. Lleva siempre su verdad a cuestas. Nómada del amor y encendedor de fuegos; descubridos de estrellas; artífice de espacios infinitos. Se toma de la mano con los dioses y recorre con ellos senderos celestiales a donde no pueden llegar los satisfechos.

Los andantes aprenden de la vida y de las aves, del canto de las olas marinas y del silencio de los desfiladeros; el viento corre con ellos y la lluvia susurra a su oído un canto eterno de amor.

Los andantes no cantan porque sus propios pasos son un canto. Sus ojos observan y encuentran la belleza agazapada en cualquier rincón perdido.

Los andantes hacen de cada noche un arcoiris.
Y aman...

Les acompaña el tiempo y cada paso saben que están fabricando sus recuerdos para invocarlos en alguno de los senderos del futuro.

Aman y gozan.
Disfrutan cada segundo.
Convierten el instante en infinito.

Los andantes aman, porque saben que sólo el amor podrá iluminar sus equinoccios.

Para todos los andantes que conozco y que han configurado y reconfigurado el sentido de mi vida

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